Los Juegos Olímpicos son el mayor acontecimiento global existente y lo son gracias a los medios audiovisuales. No hay espectáculo televisivo con mayor seguimiento en número de espectadores a escala mundial. Se espera una audiencia de más de 4.000 millones de personas en los diecisiete días que durará este gran acontecimiento deportivo. Pero los Juegos no son sólo globales en cuanto a su difusión, sino también en torno a su concepción. Es el único evento en el que una gran cantidad de especialidades deportivas se concentran en un período de tiempo limitado y, principalmente, en una misma localización. Pero también es plural, una pluralidad de la que emanan una serie de centros de interés que no se quedan en el mero deporte.
Los Juegos son una gran oportunidad de proyección para la ciudad y el país que los organiza, a la vez que son un elemento de poder para el Comité Olímpico Internacional. La variedad de centros de interés dimana de su carácter global, o lo que es decir lo mismo, de su representación televisada en el sentido etimológico, es decir, aquel que se refiere a las imágenes que se producen en un lugar y difunden a multitud de espectadores situados en otras localizaciones. Esta concepción alberga, por lo tanto, su difusión a través de televisión y también de otras redes de comunicación.
Veinte mil periodistas extranjeros desarrollarán su labor en los Juegos de Beijing, casi el doble que atletas participantes (10.798). Y es que sin medios de comunicación y sobre todo televisión, no hay Juegos de alcance global. La mayor parte de las imágenes serán institucionales, con escasa capacidad de personalización de las emisiones en una parte importante de los países que emitirán estos Juegos de verano.
La televisión convierte la práctica deportiva ajena en emoción para los espectadores. Pero hay emoción porque existe competencia, posibilidad de superación de metas, sufrimiento, sudor y ganadores y perdedores. Porque el deporte es principalmente el reino de la confrontación amistosa y debería ser el del juego limpio como ejemplo para las generaciones en formación.
Estamos, por lo tanto, ante un acontecimiento que se produce en directo y sin guión, aunque en televisión todo está planificado. A pesar de la imprevisibilidad de un evento como los Juegos, el proceso de preproducción comienza siete años antes de la celebración de los mismos, en busca de las claves de un espectáculo que se producirá con toda seguridad. Los productores de la televisión norteamericana NBC, que ha pagado más de 800 millones de dólares por los derechos de los Juegos de Beijing, comienzan justo después de conocer la sede olímpica, una larga rutina productiva que se centra en el clima, los lugares de celebración o la visita a las obras, entre otras cuestiones. Sin embargo, destaca, en esta preparación del espectáculo, un trabajo de planificación de quiénes serán los posibles protagonistas en las diferentes pruebas, con la finalidad de prever las historias de interés y sus protagonistas. Esta previsión de lo que ocurrirá queda en muchos casos desmentida por una realidad en la que los imprevistos de última hora hacen necesaria una actualización del guión previo que las televisiones habían establecido.
Publicado en el Diario La Nueva España el 8 de agosto.
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