martes, marzo 21, 2006

Celia y la conciencia burguesa

Celia tiene 20 meses y maneja unas 30 palabras. Comenzó como todos, con lo más importante para ella: Mamá y Papá. La tercera palabra no era menos importante: agua. Sabe los nombres de la gente de su entorno y algunos vocablos relacionados con sus necesidades básicas y esta semana ha aprendido una nueva palabra: "mío". Lo más interesante de todo es que la dice con todo el sentido del mundo. Ha aprehendido el significado con precisión y lo acompaña con gestos. Dice "mío" refiriéndose a su perro de peluche preferido, Astur, y lo acerca a su cuerpo para protegerlo. Tardará unos meses, probablemente años, en que adquiera el concepto de lo "nuestro".

Recuerdo las clases de cine de Santos Zunzunegui en 5º de periodismo cuando estudiábamos el cine primitivo. Las primeras películas de los Lumiere mostraban el entorno de los pioneros: "sus" casas, "sus" empleados, "sus" mujeres e hijos. Algunos autores como Nöel Burch recuerdo que señalaban que esa exposición de los suyo respondía a una concepción burguesa de la vida. Me gustaban esos análisis que iban más allá de las apariencias, pero veo ahora, contemplando como crece Celia, que más que a una razón económica, la conducta de los Lumiere responde a una razón antropológica.

Nos cuesta pensar en lo "nuestro". ¿Es una razón fisiológica la que nos lleva a pensar en lo "mio" antes que en lo "nuestro"?. Si es así, ¿lo individual tiene más posibilidades de éxito que lo colectivo?. Igual es que la mejor forma de servir al bien común es que nos cuidemos de lo "mio". Celia ya empieza a intuirlo.